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Me duele la boca de tanto masticar. Desde que tomé este libro no he parado de dejar mis dientes impresos sobre la lengua y en un chicle que ya no posee sabor. Endurance, escrita e ilustrada por Luis Bustos, nacido en Madrid - España, es una novela gráfica implacable. Antes de continuar, debo hacer una aclaración: esta novela fue publicada por Planeta DeAgostini en el año 2009, sin embargo, sólo fue hasta 2017 que se dio a conocer en este lado del continente, gracias a su edición centenario. ¡Sí, ya han pasado cien años desde que el Endurance sucumbió en el mar de Weddell!

Bustos se apega a la realidad de los hechos, cuenta cada uno de los impases que tuvo la expedición desde el momento en que fue concebida y comentada, hasta que desafortunadamente las capas de hielo ganaron la batalla a Sir Ernest Shackleton y a sus veintisiete tripulantes, los cuales sólo pudieron salvar tres botes salvavidas y unas cuantas provisiones antes de que se hundiera el barco. Vagaron así por semanas, llevaban los botes a cuestas, el frío y el cansancio eran extremos, cada que avanzaban las capas de hielo se hacían más finas, temían caer al agua. Al fragmentarse el suelo donde se encontraban, decidieron abordar y dirigirse, con esfuerzo, a Isla Elefante.

Llegaron desnutridos, lastimados, con el ánimo puesto bajo los icebergs que los rodeaban. Llegaron y establecieron un campamento en aquella isla desolada. Llegaron y todo lo que podían conseguir con una base proteica era carne de foca o de pingüino. Una de las cualidades de Sir Ernest Shackleton era la capacidad de liderazgo y la toma de decisiones, una de ellas, la más crucial hasta entonces, fue reformar uno de los botes con ayuda de su carpintero e ir en busca del puerto ballenero de Grytviken: este bote fue llamado James Caird y navegó durante diecisiete días, recorriendo mil trescientos kilómetros a través del Océano Atlántico. Esta es, hoy en día, considerada como una de las mayores proezas en la historia de la navegación.

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Dejaré la historia en este punto. Lo que hace especial a esta novela gráfica, aparte de la caracterización de cada uno de los personajes que componen la expedición, son los trazos de Bustos, el juego que hace con las viñetas, la forma en que se retratan los saltos temporales y la recreación de los escenarios naturales. Al final del libro se encontrarán con un epílogo detallado de lo que aconteció durante toda la travesía, acompañado por las fotos tomadas por Frank Hurley. “Lo que el hielo atrapa, el hielo se lo queda.” Es una de las frases que reposa en esta novela y la que mejor la resume.

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