¡Quita las manos!
Dice un poema de Lorca
tras ver como unas ramas azules
se quiebran
y caen al suelo
y lo invaden con su crujir.
¡Quita las manos!
Te digo.
Aquí no hay ramas
ni crujir
ni suelo
ni pisadas
sólo un espacio
el TAC de un tiempo
el TIC de tu cuerpo
sonoro
entero
discursivo
constante
casi un murmullo
existente.
Un para ti lanzado al desierto
cual grano de arena
llenando un sin miles
de será
de tal vez
de quizá
de aquí estoy
de aquí te espero
convertidos en pisadas
menguadas
por la luz de la luna
y la sombra perpendicular de tu cabello
producida
por los años frescos
por la primavera
de tu existencia
a la víspera incierta
del alba
y del rocío sobre tu piel.
¡Quita las manos!
Que el sol da vueltas solo
y te rodea
hermosa venus.
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